y cuenta el de la triste figura, allá en Tuiy, su ciudad:
A Juicio los juegos de azar que prometen “duros a tres
pesetas”.
Son fuente de pecado para las almas débiles, que sueñan
con paraisos cercanos, llegando a la ludopatia en la malloria de los casos.
-La O.N.C.E. con sus “Rascas”, se convirtieron tan ambicios
para protejer su causa, que quedaron ciegos en el Alma.
Un cupon cada día, bueno, es una necesidad compartida.
Los extraordinarios, eso ya parece un engaño.
Y los “Rascas”, que prometen dinero facil con un simple
gesto a su alcance. Miseria del bien colectivo, dijo el Arcangel.
Estaban los parlamenarios celebrando el juicio final
sobre la conveniencia de prohibir los juegos de azar con apuestas de por medio.
Representando ao ceo, o arcanxel Gabriel. Representando
ao inferno, o mesmo lucifer.
Dios observaba e escoitaba como si nada pasara, de vez
encando tomaba algunha nota no cuaderno, de calquer cousa que lle viñera ao
pensamento nese momento.
-la ilusión, apelo el diablo. Y esa ilusión cuando al
“Rascar” aparece un millón, toda esa imaginación funcionando, esos viajes nunca
soñados, esas mansiones deseadas donde habitan los fantasmas. Y Acabo diciendo
Lucifer. La imaginación del hombre no seria tan grande, sin esa capacidad para
buscar lo fácil.
Ninguno quiere los juegos de azar en su reino, pues ellos
socavan la moral de los pueblos, multiplicando el sufrimiento.
Los dos, Gabriel y Lucifer buscaban argumentos para que
díos decida donde meterlos.
Si condenarlos al cielo y que las ilusiones se sigan
teniendo, no prohibiendo el juego.
O glorificarlos en el infierno, anulando por ley todo
juego que suponga un desembolso de dinero.
-“ni aquí ni allá”, tenia escrito Dios en el cuadernillo.
Ni le quitemos la ilusión, ni le robemos los cuartos del bolsillo. Saquemos la
propaganda de todo juego de azar, en todo el espacio publico, y regulemos con
seriedad la ilusión de momento. Pongamos limites a esos sueños infantiles, de
que la suerte esta detrás de una papeleta. Y que la vida no es mas que
inventiva.
Rematado o Xuízo, a espera do veredicto que impoña o
publico, Polo que eu aquí pretendo decir. compartindo ou non o contido.
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