y cuenta el de la triste figura, allá en Tuiy, su ciudad:
¿Quienes son los que susurran a los oídos de los ciudadanos?,
¿quienes son los que susurran sus convicciones, embarullando su
propia condición?.
¿quienes son?.
Lo que nos gusta, es
hablar de lo nuestro. De lo que en todo momento esta en nuestro
pensamiento. Hablar de nuestros proyectos, de nuestros sueños, del
día a día que vamos teniendo. Y en ausencia de todos ello, nos
gusta hablar de lo “malo” que son los otros, siendo uno mismo el
que crea y recrea lo propio.
en algunas culturas
esta la figura del “come mierdas”, para apaciguar el alma de
quien las suelta.
En la sociedad moderna,
están las “redes sociales” salpicándola por todas partes.
“Fruslerías” que publican buscando resarcir a frustración que
lles ronda na cabeza.
Si todo ese talento
usado en hurgar as narices do pueblo, o usáramos para encaixar a
Sociedade, millor nos iría.
Y aunque muchos no
comamos de esas “mierdas”. As cheiramos ou as lamemos como
certas.
Esa tensión permanente
nos mete nun pantanoso mundo de información e desinformación, que
afoga calquer brote de ilusión.
Triste pensamiento
este, que batalla incesante en la pocilga de sus artes.
E seguimos pechados na
nosa mente, agarrándonos a un clavo ardente, atenazados polo noso
presente. Por el mero disfrute del instante.
El Dios del Tiempo se
detuvo un momento y todas esas prisas se fueron con el viento.
Cambiando el concepto que de nosotros tenemos.
La gran tribu de la
humanidad recluida en su ombligo,
por culpa del
coronavirus.
Todos anteponen la
seguridad de la comunidad,
por encima de la
libertad de los individuos.
Y todo es un sueño
continuo, donde los unos y los otros van transmitiendo lo bueno que
hay en nosotros.
El verdadero <<Punctum
Saliens>> de la vida. El
verdadero punto de partida.
Todo, absolutamente
todo pasa por comunicarse con su entorno, donde cada vez el
pensamiento es más caudaloso. Y en el compartir la información,
buscamos la perfección ante las demás bestias que razonan y
piensan.
las distancias se
acortan y se largan, en función del pensamiento que cada un alcanza.
Y La vida sigue en medio del azar virtuoso, que nos trajo al
consciente que somos. Ni siquiera las lógicas dudas del
“semiconsciente” pensamiento, son capaces de detener el
movimiento.
Nadie hace el mal por
el mal. Ni el mismo diablo acomete tal agravio. Siempre hay una
convicción, que no se ajusta al ideario.
Nadie desea ver sufrir
al otro, pues su carnes también se estremecen. Salvo patologías de
la mente poco frecuentes.
Todas las deidades
están a nuestro alcance, utopías que determinan el día a día de
quien sigue su doctrina. Utopías que sirven para alimentar el
consciente común dentro de cada uno.
Los equilibrios son
garantístas para los individuos. Y cualquier intervención que no
sea predispuesta para unir ideas, es romper la razón con extremos de
una y otra condición.
Todos tenemos “algo”
que enseñar y “algo” que aprender. No nos cerremos en banda,
negando la evolución del consciente que la naturaleza esta a
acometer.
Susurramos todos,
susurramos lo que llevamos en el corazón.
Sueños de ilusión.
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