jueves, 23 de abril de 2020

susurros


y cuenta el de la triste figura, allá en Tuiy, su ciudad:

 
¿Quienes son los que susurran a los oídos de los ciudadanos?, ¿quienes son los que susurran sus convicciones, embarullando su propia condición?.
¿quienes son?.

Lo que nos gusta, es hablar de lo nuestro. De lo que en todo momento esta en nuestro pensamiento. Hablar de nuestros proyectos, de nuestros sueños, del día a día que vamos teniendo. Y en ausencia de todos ello, nos gusta hablar de lo “malo” que son los otros, siendo uno mismo el que crea y recrea lo propio.

en algunas culturas esta la figura del “come mierdas”, para apaciguar el alma de quien las suelta.
En la sociedad moderna, están las “redes sociales” salpicándola por todas partes. “Fruslerías” que publican buscando resarcir a frustración que lles ronda na cabeza.
Si todo ese talento usado en hurgar as narices do pueblo, o usáramos para encaixar a Sociedade, millor nos iría.


Y aunque muchos no comamos de esas “mierdas”. As cheiramos ou as lamemos como certas.
Esa tensión permanente nos mete nun pantanoso mundo de información e desinformación, que afoga calquer brote de ilusión.
Triste pensamiento este, que batalla incesante en la pocilga de sus artes.

E seguimos pechados na nosa mente, agarrándonos a un clavo ardente, atenazados polo noso presente. Por el mero disfrute del instante.

El Dios del Tiempo se detuvo un momento y todas esas prisas se fueron con el viento. Cambiando el concepto que de nosotros tenemos.

La gran tribu de la humanidad recluida en su ombligo,
por culpa del coronavirus.
Todos anteponen la seguridad de la comunidad,
por encima de la libertad de los individuos.
Y todo es un sueño continuo, donde los unos y los otros van transmitiendo lo bueno que hay en nosotros.
El verdadero <<Punctum Saliens>> de la vida. El verdadero punto de partida.
Todo, absolutamente todo pasa por comunicarse con su entorno, donde cada vez el pensamiento es más caudaloso. Y en el compartir la información, buscamos la perfección ante las demás bestias que razonan y piensan.

las distancias se acortan y se largan, en función del pensamiento que cada un alcanza. Y La vida sigue en medio del azar virtuoso, que nos trajo al consciente que somos. Ni siquiera las lógicas dudas del “semiconsciente” pensamiento, son capaces de detener el movimiento.

Nadie hace el mal por el mal. Ni el mismo diablo acomete tal agravio. Siempre hay una convicción, que no se ajusta al ideario.
Nadie desea ver sufrir al otro, pues su carnes también se estremecen. Salvo patologías de la mente poco frecuentes.

Todas las deidades están a nuestro alcance, utopías que determinan el día a día de quien sigue su doctrina. Utopías que sirven para alimentar el consciente común dentro de cada uno.

Los equilibrios son garantístas para los individuos. Y cualquier intervención que no sea predispuesta para unir ideas, es romper la razón con extremos de una y otra condición.

Todos tenemos “algo” que enseñar y “algo” que aprender. No nos cerremos en banda, negando la evolución del consciente que la naturaleza esta a acometer.

Susurramos todos, susurramos lo que llevamos en el corazón.
Sueños de ilusión.

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