Tuiy, Miña cidade. Parte
primera de la frontera.
Fronteiras mentais mais
ala da cruda realidade,
Resquicios da dictatura
que sufriron nosos pais,
Temor do que goberna, e
non se sinte parte da terra,
Morriña olvidada polo
creado,
Efímero transcurrir dos anos.
Razones habrá para tal
compendio de barbaridades,
Donde la dejación se ve
por todas partes.
Infructuosos gobernantes,
que piensan que el pueblo
no sabe,
y en el sisi, ponen todo como
zanjado.
Moribundo pueblo,
Que en agonía de sus llantos,
nadie pone remedio.
y en el recuento, siempre
salen los mismos lamentos.
A un concejal puente,
aspiran unos,
A un tercero, aspiran
otros,
Revalidar el mandato,
quieren aquellos,
No se sabe, que quieren
los otros.
Ninguno habla de los
problemas del pueblo.
Que maldita condición,
la de político sin
vocación.
Todo por no tener, donde
caerse muerto. ( y si no, ¿Qué pintan ahí?)
Al entrar en la fortaleza
en ruinas,
Que la ciudad de Tuiy, en
lo alto alberga.
No pude más que dar la
razón,
al poder de la naturaleza
que lo sustenta.
Adreirás, herbas e
arbustos,
Xestas, fentos e buxos,
Figueiras que algun
plantou,
E algun cardo borriquero,
Que deveu plantar algun
gran señor.
Que eficaz resulta el
devenir de la historia,
Que todo aquello que ya
no tiene fin,
Se lo devora la memoria.
Viejas paredes, de
teatros inútiles,
Viejos tejados, que
debieron caer hace años,
Viejos gobernantes que se
aferran al pasado,
Viejas gentes que gruñen
demasiado.
Cosas que acontecen en
este pueblo,
Con los discursos cara a
la galería,
Como este, que así
termina:
Cuando protesta la
vecina,
Que le seca la verdura,
Por tener la tubería
obstruida.
Sale con gritos de
desesperación,
Como si se le estuviera
ardiendo la casa.
En auxilio fue a su
gobierno.
Y aun no era la hora de
comenzar,
Cuando allí ya estaba la
señora.
El encargado díjole, en
otro momento,
que aquello no era una
urgencia.
Ella Arranco en cólera,
Y a su alcalde se fue a
quejar,
Situación embarazosa de
verdad,
Donde la verdura no puede
secar.
Mal oliente del pesar,
En la amargura de tener
que tratar,
Con aquellas corduras que
suelen pasar.
Decide que van ya.
Y el sorprendido
operario,
Que un sumidero tenía que
desatascar,
Y aunque la mierda fuera
veneno,
La verdura no podía
secar.
Que gobierno es ese,
Que la cólera lo puede doblegar.
Que pueblo es ese,
Que la verdura no le
puede secar.
Acaso la verdura sirve
para atajar el mal.
-Cosas que tiene la naturaleza, a todos se nos va la vida
en aquello que creemos, y si tropezamos, salinos corriendo como bestias poseídas
de razonamientos y exigimos la rápida respuesta de nuestro gobierno.
-¿será verdad entonces?
-Pues si amigo Sancho, así es la ciudad donde me
encuentro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario